Una estrella del boxeo irreconocible tras el combate.

Viena (Austria) - El sueño de una campeona se hizo añicos en un lugar lejano, su rostro quedó arruinado y, para colmo, no pudo volar a casa: Los últimos días no han sido demasiado amables para la boxeadora profesional sueca Mikaela Laurén (48).

¡Cara muy maltrecha! Una foto publicada por ella misma en la plataforma Instagram muestra las huellas inconfundibles de la batalla perdida.
¡Cara muy maltrecha! Una foto publicada por ella misma en la plataforma Instagram muestra las huellas inconfundibles de la batalla perdida.  © Screenshot/Instagram,mikaelalauren76

El pasado sábado, la púgil de 48 años perdió por puntos el combate por el título mundial del peso welter de la WBF contra la checa Michaela Kotaskova (33), dominada por su rival 15 años más joven durante los diez asaltos y muy maltrecha en el proceso.

Pocos días después, la rubia repasaba la experiencia en una entrevista concedida al tabloide nacional Aftonbladet, en la que hablaba en particular de las consecuencias sanitarias de su comparecencia en Viena, la capital austriaca, y de las complicaciones en el viaje de vuelta.

"Hubo muchas hemorragias internas. Sufrí un hematoma de hundimiento, lo que significa que la sangre se hunde sobre los ojos y éstos se bloquean por completo", explicó Laurén y continuó: "No pude abrir los ojos durante 30 horas".

Como consecuencia, el viaje de vuelta a Estocolmo fue como una pesadilla, ya que Laurén dependió de ayuda durante todo el trayecto: "Estaba ciega. Una hinchazón terrible. Desde la frente hasta encima de los ojos, y ahí se me paró toda la sangre. Mi entrenador me hizo de compañero durante todo el viaje".

Primero Viena, luego Fráncfort: a Mikaela Laurén le costó viajar

Desde Viena, con escala en Zúrich, debía continuar hasta Fráncfort del Meno, y desde allí de vuelta a Suecia, pero el estrés y las tensiones del viaje pusieron a prueba los nervios de la atleta incluso antes del primer vuelo: el personal "no quería dejarme subir al avión porque [la cara, nota del editor] estaba hinchada".

Tenían miedo de dejarla subir a bordo en esas condiciones. Así que, en lugar de subir al avión, la llevaron primero a un hospital para una revisión, donde finalmente la autorizaron a volver a casa en forma de certificado.

Pero eso no fue todo, porque en cuanto se le pasó el susto inicial, el siguiente incidente en el aeropuerto de la metrópoli de Hesse, a orillas del Meno, puso a prueba su paciencia: "No había asiento disponible en el siguiente vuelo a casa, así que tuvimos que esperar más de tres horas antes de poder volar a Fráncfort". Sin embargo, 22 horas más tarde lo conseguimos, y Laurén estaba de vuelta en casa.