Un perro abandonado deambula durante meses por un vertedero: lo que ocurre después es trágico

San Pedro (California/EE.UU.) - Hace unos días, la activista por los derechos de los animales Suzette Hall recibió una aterradora llamada telefónica: un perrito había sido abandonado por sus antiguos dueños en una planta de reciclaje de un puerto hacía casi cuatro meses.

El perro debía de estar aterrorizado.
El perro debía de estar aterrorizado.  © Facebook/Screenshot/Suzette Hall

Aunque el personal pudo por fin localizar al pequeño peludo hace unos días e inmediatamente intentó por todos los medios ayudar al amigo de cuatro patas, estaba tan asustado que se lanzó al mar sin más dilación.

"Nadó para salvar su vida y finalmente encontró refugio bajo un puente", explicó Hall en un post de Facebook. Sin embargo, allí era realmente peligroso: "A veces la marea era tan alta que el agua le llegaba al pecho".

La estadounidense supo inmediatamente que tenía que ayudar. Por desgracia, tuvieron que pasar cuatro largos días y noches antes de que el perro pudiera finalmente ponerse a salvo.

El perro estuvo atrapado aquí cuatro largos días.
El perro estuvo atrapado aquí cuatro largos días.  © Facebook/Screenshot/Suzette Hall

De repente ocurre un pequeño milagro

¡Por fin el perro Buddy está a salvo!
¡Por fin el perro Buddy está a salvo!  © Facebook/Screenshot/Suzette Hall

Hall ponía comida a menudo para el perro callejero, pero éste tenía demasiado miedo para acercarse a ella. Se arrastraba sigilosamente y en secreto hasta el cuenco cuando Hall se alejaba, empezaba a comer y volvía corriendo.

"Todas las noches me iba a la cama y lloraba", continúa en Facebook. La preocupación por su pequeño protegido era demasiado grande.

Como era demasiado peligroso en el centro de reciclaje, a Hall sólo se le permitía pasar poco tiempo allí. "Pero no podía rendirme. Anoche [...] recé y recé y le pedí a Dios que hiciera posible lo imposible".

Y he aquí que a la mañana siguiente se produjo un pequeño milagro.

De un día para otro, el perro, al que desde entonces han bautizado como Buddy, dejó de tener miedo de Hall. Todo lo contrario: parecía haberse dado cuenta por fin de que ella había venido a ayudarle y, por primera vez, el pequeño bribón le permitió hacerlo.

"Todavía estoy llorando de alegría", anuncia Hall feliz.