¡Loca coincidencia! Una hija lee una carta que su madre tiró al lago hace 26 años.

Canadá - Todo el mundo conoce la historia: De niño, escribes una carta, la metes en una botella y la tiras al agua. Pero las posibilidades de que alguien encuentre el mensaje en la botella son escasas... ¡pero no para una mujer de Canadá!

Mackenzie Van Eyk (segunda por la derecha) con sus dos hijos y el profesor jubilado Roland St. Pierre (izquierda).
Mackenzie Van Eyk (segunda por la derecha) con sus dos hijos y el profesor jubilado Roland St. Pierre (izquierda).  © Screenshot/Facebook/Windsor-Essex Catholic District School Board

En 1998, cuando Makenzie Van Eyk estaba en cuarto curso, participó en un proyecto escolar. Le pidieron que escribiera una nota sobre la calidad del agua de los grandes lagos, la metiera en una botella y la arrojara a un lago de Windsor (Canadá).

Según informó la escuela, casi tres décadas después, una niña que asistía a la misma institución encontró el mensaje en una botella mientras paseaba con su abuela junto al lago.

"Esta carta es de Makenzie Morris, y voy al colegio St John the Baptist. Estoy en cuarto curso con el señor St Pierre", decía el mensaje. La niña se quedó atónita y llevó la carta a la escuela para enseñársela a un profesor.

Cuando ésta leyó la nota a los alumnos de cuarto curso, la niña apenas podía creer lo que oía.

Makenzie Van Eyk recibió su mensaje en una botella 26 años después

Makenzie Van Eyk lanzó su mensaje en una botella al lago St Clair en 1998.
Makenzie Van Eyk lanzó su mensaje en una botella al lago St Clair en 1998.  © Handout / NASA / USGS, Montana Cooperative Wildlife Research Unit / AFP

Me quedé boquiabierta y todos me preguntaron: "¿Quién es? Y yo dije: 'Mi madre'", cuenta sorprendida la pequeña Scarlet.

Makenzie cerró el círculo. Todos estos años se había preguntado qué había sido de la carta.

"Fue impresionante hacer algo así y tirarlo con la idea de que alguien pudiera encontrarlo", dijo la madre. Pero no esperaba que fuera su propia hija".

Roland St Pierre, el profesor ya jubilado al que se le ocurrió la tarea hace tantos años, se mostró igualmente conmovido por el milagroso descubrimiento.

Añadió que le sorprendía que el mensaje en una botella hubiera sobrevivido 26 años sin desintegrarse.