Quemaduras graves durante la detención: "Se siente como si la piel se derritiera"

Phoenix - Michael Kenyon, de Phoenix, en el estado estadounidense de Arizona, fue retenido por agentes de policía en un asfalto hirviente. Sufrió quemaduras graves por todo el cuerpo, aunque ni siquiera había hecho nada.

"La policía de Phoenix demuestra repetidamente un desprecio absoluto por la vida humana", dijo uno de los abogados de Kenyon. (imagen simbólica)
"La policía de Phoenix demuestra repetidamente un desprecio absoluto por la vida humana", dijo uno de los abogados de Kenyon. (imagen simbólica)  © 123rf/micheleursi

Ocurrió el 6 de julio de este año, un día en que las temperaturas en la ciudad rondaban los 45 grados centígrados.

Un vídeo de vigilancia muestra cómo el joven es detenido por varios policías.

Poco después, la situación se recrudece y los agentes le empujan juntos al suelo.

Otro clip, grabado por un vecino de la zona, muestra la situación desde una perspectiva diferente.

Muestra a la víctima en el suelo gritando pidiendo ayuda.

El propio Kenyon habla de lo sucedido

En la entrevista posterior, el perjudicado hace una conjetura sobre por qué ha podido ocurrir todo esto: Su compañero de piso había denunciado poco antes un robo en el piso que compartían.

Dice que sólo iba caminando con el móvil en la mano y que los agentes le agarraron inmediatamente por las muñecas. Cuando les preguntó por qué le sujetaban, se limitaron a decir: "¿Por qué estás tan inquieto? ¿Por qué pareces nervioso?". Antes de que se diera cuenta, aterrizó en el asfalto hirviendo y le retuvieron allí durante cuatro minutos enteros.

El dolor era insoportable. "Era como pasar por un infierno... parecía que se te derretía la piel", recuerda.

La policía no tenía pruebas

Michael Kenyon pasó más de un mes en el hospital. (imagen simbólica)
Michael Kenyon pasó más de un mes en el hospital. (imagen simbólica)  © 123rf/rungruadee

Sólo más tarde la policía se dio cuenta de que Kenyon no era sospechoso en el caso de robo. También se supo que, en efecto, había una orden de detención contra Kenyon por un delito de drogas, pero eso no mejoró un ápice la situación.

Se confirmó oficialmente que los agentes de policía no sabían nada al respecto en ese momento.

Incluso cuando estuvo en el hospital, los agentes no le dejaron en paz durante semanas. A menudo le esposaban y siempre había guardias fuera de su habitación.

Ni siquiera le permitían utilizar su teléfono. Según su relato, sólo pudo ponerse en contacto con alguien porque algunos policías hicieron la vista gorda.

Al final, un amigo consiguió que intervinieran unos abogados, que se aseguraron de que los policías desaparecieran del lugar. La víctima está ahora representada por un equipo de abogados locales y nacionales.

El incidente dista mucho de haber terminado y el propio Kenyon sigue luchando contra las secuelas. Además de varias cicatrices de quemaduras, le faltan trozos enteros de carne en las piernas.